Después de las bonanzas del carbón:
Breve historia de la minería del carbón en Amagá
Alejandra Sierra Tangarife - Colectivo de Periodismo El Suroeste
El carbón, riqueza que abastece la hermosa tierra del Suroeste, tiene una vasta historia que lo acompaña. Este recurso ha ofrecido a la región desde progreso industrial y oportunidades laborales hasta las más dolorosas e inesperadas tragedias.
La historia de las bonanzas del carbón comienza en Amagá, un municipio caracterizado por la diversidad de sus recursos entre los que se encuentra el codiciado “oro negro”.
La historia de cómo el carbón se convirtió en la base de la economía de este pueblo, empieza con la primera Siderúrgica de Antioquia: La Ferrería de Amagá, fundada en 1865 por los señores Eugenio Uribe, Javier Echeverri y Juan Santamaría: “cuyo propósito fue construir un alto horno en este municipio que permitiera la elaboración de pistones para moler material en las minas de oro y trapiches de moler caña dulce, pero el lento suministro de carbón vegetal les causó muchas dificultades, como por ejemplo, la prolongación de los períodos de fundición de 18 a 30 horas. En 1904, superado el período de la guerra de los mil días, ingresaron nuevos accionistas, los cuales comenzaron con la explotación del carbón mineral de la zona causando un gran incremento de la capacidad del alto horno que les permitió alcanzar una producción de más de 700 toneladas anuales, hasta llegar a 1931 cuando la gran crisis obligó al cierre definitivo”. (Archivo Histórico de El Tiempo).
Paralelamente a este suceso, en 1911, comenzó oficialmente la construcción del Ferrocarril de Amagá, cuyo trayecto iba desde Medellín hasta La Pintada. “El gran proyecto”, como se solía llamar, fue todo un éxito gracias a la eficiencia, economía y rapidez ofrecida por el abastecimiento del carbón amagaseño a todos los ferrocarriles del Occidente colombiano y a la desarrollada industria de Medellín que producía buena parte de su energía con máquinas de vapor. El ferrocarril tuvo cerca de 50 años de uso y aún después de tanto tiempo de abandono, cerca de 40 años aproximadamente, se puede observar casi intacto, los túneles y algunos rieles. (Archivo Histórico de El Colombiano).
Pasaron los años y el carbón amagaseño que ofreció avance en dos de los sucesos más importantes del desarrollo industrial de Antioquia tomó de nuevo en el año 1940, un giro de 180 grados: la fundación de Industrial Hullera, una compañía explotadora y comercializadora de carbón, creada por Coltejer, Fabricato y Cementos El Cairo, con el objetivo de producir la materia prima necesaria para sus procesos industriales.
Estaba ubicada en la cuenca carbonífera de La Sinifaná, en la vereda La Ferrería del municipio de Amagá y fue llamada así en honor a que allí se instauró la segunda siderúrgica del país. Industrial Hullera, el próximo suceso que necesitaría del carbón para su éxito empresarial, producía aproximadamente 300 mil toneladas de carbón anuales y compraba carbón a las minas informales, posibilitando la circulación de cerca de 100 millones semanales, al contar con alrededor de 500 trabajadores activos, y varias adquisiciones de carbón, esto, sin mencionar los pensionados de la época. Fue la empresa más importante de la zona, brindó prestaciones sociales, seguridad social y todo lo requerido legalmente para garantizar la seguridad a sus mineros.
Un día, la tragedia llegó con el frío de la muerte: el 14 de julio del año 1977, 86 mineros dejaron sus últimos suspiros en aquella mina.
“Recuerdo que encontré a un compañero pegado a la reja de la mina, estaba tratando de salvarse, pero el aire no le dio suficiente para salir, y murió asfixiado”, dice Rafael Tangarife, quien fue minero de esta empresa. Junto a sus compañeros tuvo que sacar los cuerpos descompuestos de las minas El Silencio y Villa Diana, pertenecientes a la compañía: “amarrábamos los cuerpos en guaduas y los llevábamos en el hombro”, recuerda.
“Yo sentía una gran tristeza, me sentía impotente al no poder ayudar a mis compañeros en ese momento, pues si lo hacía, también moriría”, añade. La tragedia dejó, al igual que muchas tragedias de la minería, familias solas y tristes y un amargo recuerdo que todavía se trata de borrar.
A partir de ese momento la empresa empezó a decaer. A mediados del año 1998, Industrial Hullera entró en crisis pues dicen que los costos de los empleados eran cerca de un 60 por ciento de la producción y esto la convirtió en una empresa menos competitiva, por lo cual se vio obligada a liquidar.
“Recuerdo con nostalgia cuando la empresa funcionaba, pues antes de la tragedia todo era perfecto, teníamos seguridad social, un sueldo bueno que nos ayudaba a vivir y que me permitió darle estudio a mis hijas, era muy segura y muy buena para trabajar, me siento muy agradecido con la empresa pues aunque mi trabajo era demasiado duro, me permitió salir adelante y hoy gracias al trabajo que desarrollé allí, puedo disfrutar de mi pensión”, dice Rafael Tangarife.
Pasaron los años y gran parte de los mineros, al igual que Rafael, lograron su pensión, acompañada de una jugosa liquidación; hoy en día la mayoría de los pensionados en el municipio de Amagá son de esta importante y resaltada empresa de la cual solo quedan ruinas. Aseguran que viven tranquilos y felices, pues gracias a su oficio muchos de ellos pudieron brindar educación a sus hijos, tener vivienda y preocuparse por descansar y disfrutar de su vejez.